A la tristeza de la noticia se sobrepone la inmensa alegría de sentirte muy mayor. Ahora formas parte de los que "ya" lo saben. En ese momento te parece una suerte. Pero cuando eres mayor de verdad te das cuenta que perder la ilusión tan pronto es una desgracia.
Yo pensaba que nunca volvería a recuperarla. Pero me equivocaba.
Ahora, a mis 30 años, la inocencia ha vuelto a entrar en mi vida. Tiene sólo 10 meses, gatea con torpeza y esta mañana estaba alucinado viéndonos montar nuestro primer árbol de navidad. En el CD Frank Sinatra cantaba un bucólico Silent Night, yo intentaba retener las lágrimas de emoción, javi estaba concentrado poniendo las luces del árbol y lucas no podía apartar la mirada de las bolas que yo iba colgando. Lo de las bolitas redondas y brillantes le ha gustado tanto que ha empezado a quitar las que yo ponía para intentar recolocarlas él mismo (sin éxito). Cuando se ha dado cuenta que ya no quedaban bolas para colgar, ha ido a buscar su pelota, ha dicho "tatá" para que le mirase, ha hecho la sonrisa más grande que ha podido y entonces... ha intentado colgar su pelota, brillante y redondita en el árbol.
En ese momento las lágrimas han dicho que ya no se aguantaban más en mis ojos. Y me he lanzado sobre mi pequeña inocencia de 10 meses para comérmela a besos.