Y se miró al espejo. Sucio. El espejo también estaba sucio.
Y mientras se miraba, volvió a peinarse.
Sentada entre sus cosas. En una carretilla llena de papeles.
Un tupper con agua, su grifo de agua corriente.
Un espejo redondo, su tocador.
Un peine sucio, su peluquería.
Los paseantes la miran. Y ella, ajena a las miradas, se concentra en la triste imagen que le devuelve el espejo: piel curtida, ojos tristes, boca pequeña.
La soledad ante el espejo. La pobreza poniéndose guapa.
10 comentarios:
y una soledad tan concurrida...
un gustazo leerte.
T
¿te acuerdas de la fantástica señora Genoveva? no he podido evitar pensar en ella y sus recortes de fotos de perritos al leer tu texto :)
Ari, ¿Cómo iba a olvidar a Genoveva? Si pudiéramos volver a ese instante.........
TItomon! Bienvenido a mi cuaderno! Encantada de conocerte!
Hacía dias que no me pronunciaba, aunque te leo en silencio... pero hoy se me ha estremecido un poquito el corazón....
...me ha encantado...he podido visualizar (mentalmente) la imagen que tan bien describes, a esa mujer, su pelo, su espejo...
besitos
Ada! Gracias por leerme! Eso es una amiga!!!
Alas! Bienvenida! Me ha encantado tu blog! Ya te tengo fichada! Besos!!
Gracias por pasarte,
qué ilusión me hacho tu comentario...palabras que me animan a mantenerlo vivo, GRACIAS!
Yo también ya te tengo fichada ;)
besitos
Es precioso Ana, entre el hombre de las galletitas y la mujer que se peina me ha cojido un nudo en el estómago.ains!
wow...nena, deberías advertir a tus lectores de q van tus historias.
tanta hondura...
linda pasar x aqi
saludos
tu blog es maravilloso, me encanta leerte...
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