Y se miró al espejo. Sucio. El espejo también estaba sucio.
Y mientras se miraba, volvió a peinarse.
Sentada entre sus cosas. En una carretilla llena de papeles.
Un tupper con agua, su grifo de agua corriente.
Un espejo redondo, su tocador.
Un peine sucio, su peluquería.
Los paseantes la miran. Y ella, ajena a las miradas, se concentra en la triste imagen que le devuelve el espejo: piel curtida, ojos tristes, boca pequeña.
La soledad ante el espejo. La pobreza poniéndose guapa.